palo en cuarentena

Cuarentena del mucho palo

Columna por Roberto Rock///

Fácil es plantear que los males del mundo lo tiene la cuarentena cuando en realidad quien obliga a este nuevo estilo de vida es la pandemia. En el planeta los viejos, en mayor proporción según los datos de la OMS (Organización mundial de la Salud), caen como moscas producto de esta enfermedad que ya lejana queda la discusión para saber desde dónde nació. Los mercados no pudieron demostrar su paternalismo ante esta infección mundial y EEUU no era tan fuerte como lo mostraba Hollywood.

Según datos del INDEC esta pandemia dejó a la vista la vulnerabilidad de los sectores más bajos calculados en 9 millones aproximadamente, fracción que tuvo que ser recatada por el Estado. De la misma forma lo hizo con el espacio productivo asistiendo con programas a las Pymes y varias empresas importantes que generó controversias. Por otra parte ciertos estratos sociales se les hace más llevadero atravesar el aislamiento obligatorio ya que están en relación de dependencia, cobran un sueldo, trabajan desde su casa y cuentan con posibilidades de tener un plato de comida, no así los sectores postergados que a través de los años el Estado siempre llegó en forma de policías y Gendarmes, los más pobres constantemente son los que ponen los muertos.

La violencia institucional en pandemia también se hace notar. Tal el caso de Facundo Castro en el sur de la provincia de Buenos Aires donde todo conduce a la policía bonaerense mientras el ministro de seguridad Sergio Berni se expone mediáticamente a tal punto que sectores de la política, particularmente desde los espacios de izquierda, lo ponen al mismo escalón de la ex ministra Patricia Bullrich. En Argentina todos los días tenemos más de un George Floyd pero aquel que se solidariza con esta victima norteamericana no está entendiendo que la población “blanca” lo trataba a George Floyd como ellos tratan al negrito con visera que se cruzan por la calle. La frase “uno menos” también es acuñada en EE.UU cuando matan a un afro descendiente.

En estas últimas semanas son alarmantes los datos de los informes que se recogen por todo el país acerca de la brutal represión que imponen las fuerzas del Estado. La Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) logró un excelente informe detallando región por región los casos relevados. No solo resalta la violencia en las barriadas, sino también, en el sector agropecuario se pueden encontrar los típicos casos de reducción a la servidumbre a los peones rurales sumando el agravante del COVID-19.

Por su parte el CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales) hace unos días envió una carta al gobernador de Tucumán, Juan Manzur, sobre la sucesión de hechos graves de violencia policial y la falta de políticas dirigidas a democratizar a la fuerza de seguridad provincial. Ismael Lucena (2011), María José Gordillo (2012), Adrián Astorga (2014) y Miguel Reyes Pérez (2016). De especial gravedad fue el homicidio del niño Facundo Ferreira, de 12 años, el 8 de marzo de 2018, a manos de dos efectivos. CORREPI (Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional) hizo visible el accionar de la policía de San Rafael, Mendoza, al apresar a un niño de 11 años que jugaba con una pistola de juguete. El menor fue apresado y quienes estaban allí fueron alcanzados por la arremetida con balas de gomas que la policía ejecutó.

En La ciudad de La Plata policías bonaerenses picanearon y golpearon a un joven de 17 años, lo torturaron durante horas en la comisaría 6Ta para que confiese un robo. Expuesto a la corriente eléctrica de manera prolongada el menor soportó el visceral interrogatorio no muy diferente a los de los grupos de tareas de la dictadura cívico militar clerical. A todo esto desde los agentes implicados le advirtieron, bajo amenaza de muerte, que si denunciaba lo ocurrido iban a matarlo.

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