por César Morielli///

Desde que empezó el año explico como puedo en los diversos medios autogestionados donde participo que vivimos en un país mucho más violento. Hoy leo a colegas de grandes luces y poderosa llegada a la sociedad, en medios hegemónicos, ponerse a hablar de macartismo o de Corea del Centro. Con la referencia histórica a la persecución comunista o todo lo que se le parezca, o con el simpático eufemismo de Oriente, afianzo un par de ideas que me convencen cada día más: Que definitivamente el nuevo paradigma político, cultural y económico en el que vivimos es más violento y cercenador que el anterior, y que todos somos rehenes o víctimas de esa trampa. Y por otro lado (y este es un fenómeno que aparece siempre cuando las crisis culturales parecen inflexibles), que somos los medios autogestionados, independientes, truchos, pequeños, contraculturales, pero con el culo limpio, los que mejor interpretamos y comunicamos lo que pasa, los que anticipamos las alarmas, los que avisamos sin eufemismos lo que viene, los que no entramos en el verso de unos u otros, los que tenemos autoridad intelectual.

Que los colegas de las grandes luces se sigan peleando, que propongan la distracción y sean artífices necesarios de la violencia. Acá seguimos nosotros, con el mango justo, sin ser coautores de ninguna barbarie comunicacional.

Vivimos en un país más violento. Nosotros no ayudamos a construirlo. Háganse cargo.

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