El líder de Dancing Mood, que toca hoy en el Luna Park, combina su faceta artística con el trabajo social.

Hay quien canta revoluciones y habita mansiones. Hugo Lobo no canta, lo suyo es el ska y la música instrumental. Los palacios los construye en silencio en forma de pequeños músicos, despertando artistas donde el destino sentenciaba abandono con su orquesta infantil “Vamos los pibes”. En lo artístico, acaba de editar Ska Explosión, su séptimo disco en 15 años al frente de Dancing Mood, el primero con composiciones propias, que presentará esta noche en el Luna Park. Palabras de un guapo a la antigua, formado en la cultura esquinera solidaria, los códigos del barrio bohemio y la sofisticada música de vientos.

¿Te sigue sorprendiendo llenar estadios con un género como el ska y música instrumental?
Normal no es para nada, pero con los años y las veces que lo hicimos uno ya está más relajado. Decidimos hacer un show diferente, sin orquesta, sin invitados, algo clásico de Dancing Mood. Hay un quiebre artístico a partir de ahora, el repertorio va a cambiar. Vamos a presentar el disco entero, son 10 temas propios sobre 14. Y habrá tres o cuatro clásicos más. A partir de ahora vamos a mostrar esto.

Los temas del disco los sacaste en una semana. Con tanta facilidad, ¿por qué no lo hiciste antes?
Estaba planeado de esta manera. Lo que quería hacer conceptualmente con Dancing era lo que se logró: mostrar otra música, lograr que Skatallites venga a la Argentina, que se sepa qué es el ska, que sepan que es distinto del reggae, que le den importancia a la música instrumental, que los pibes conozcan quién es Duke Ellington, Count Basie, Charlie Parker o Hearth, Wind & Fire. Así era el proyecto, y se logró con creces. Como también que un montón de pibes jóvenes quieran tocar un instrumento de viento, y que haya bandas instrumentales.

Hablás de la diferencia entre ska y reggae, ¿dónde nace la distancia?
El reggae se emparentó mucho con la religión y con la mística, el ska es más barrial y popular. El ska empezó siendo música de malevos, de bravos, de los capos de las villas. Los Rude Boys jamaiquinos eran los transas de cada barrio. Pero el transa que cuidaba su barrio, una especie de Robin Hood. Al ska se le pidió apaciguar los tiempos, porque en los bailes la gente se ponía medio frenética y se mataban a palos, se agarraban a los tiros, y como Jamaica todavía era colonia inglesa, muy turística, quisieron hacer una música más bailable y tranquila y sin esa “gentuza”. Así vino el reggae. De la mano de eso llegó la independencia del país, la coronación de Haile Selassie en Etiopía, las mística de Marcus Garvey, y fue para ese lado. Marley no era rasta cuando hacía ska.

Tenés una concepción social de la vida: armaste la orquesta infantil “Vamos los pibes”, tocás en el Interior con músicos locales, es llamativo que no escribas letras…
No, porque sé que hago cosas en la vida cotidiana, en acciones concretas. Y porque aprendí con el tiempo que eso es un chamuyo. La mayoría de las bandas que escuchamos con mensaje no hacen nada más que ir a cobrar a SADAIC, acostarse con pibas y tomar merca. Ninguno hace ninguna acción de nada. Y tienen mucha plata. Para hacer este tipo de cosas no hace falta guita, sino tiempo y ganas. Yo necesito hacer cosas que me dejen tranquilo, las muestre o no.

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